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MÁNTARAS

En Mántaras, el buen tiempo del invierno de 1956 permitía llevar a cabo la sementera del trigo que, en ese año, registraba la novedad de ensayos con semilla importada de Italia con cinco nuevas variedades de este cereal.

En cuanto a cuestiones de la vida social, que casi siempre se trataban en las reseñas de los distintos pueblos, se daba noticia de la marcha a Mieres de Manolo de Catuxo o se citaban las conferencias en la Escuela Nacional del médico y profesor del ciclo de Ciencias, Dr. Villarrica. Con frecuencia, El Faro de Tapia daba cuenta de las idas y venidas de gentes de Mántaras. Así sucedía, con los viajeros que llegaban en el verano de 1957 al pueblo: de Moreda, Santiago Iglesias Montes, esposa e hijos; de Gijón, José María Martínez, esposa e hija; de Madrid, Rosario Martínez y familia, así como Vicente Pérez; de Uruguay, Antonio García.  

Aunque en menor cantidad que Tapia, Mántaras recibía, igualmente, diversos visitantes en los meses de verano. Era el caso, en 1957, de Carmen Pello, de Oviedo; Domingo Méndez, de Avilés; Indalecio Pérez, de Madrid; Juan López, de San Fernando. En crónicas de 1958, se citaba en la época veraniega a: Enrique Sánchez Campón, de Mieres; D. Miguel Sánchez, Cura Párroco de  Pola de Somiedo.

Las fiestas patronales de San Antonio se celebraban con esplendor en el verano de 1956. Una misa solemne, con la participación de la Orquesta Royalty, de Mondoñedo, abría los actos. Después, recorría el pueblo la procesión, saludada por una estruendosa salva de cohetes. Y a lo largo del día y de la noche, los festejos  amenizados por la citada orquesta y otra de Villalba, la Orquesta Mato. El día del patrón, como tantas veces solía suceder en los pueblos de la franja costera del Cantábrico, comenzaba con lluvia, para dar un giro, inesperado, más tarde y lucir un espléndido día de sol. Otra fiesta que se celebraba era la de La Paloma. Lo hacía en 1958 del 15 al 17 de agosto, con misa solemne rezada en la capilla particular dedicada Nuestra Señora de La Paloma y actos musicales y profanos con fiesta y verbena amenizada por la Orquesta Ritmo, de La Caridad.


CAMPOS

El 8 de diciembre se celebraba la última fiesta popular del año en la zona. Se trataba de la Fiesta de la Concepción. En 1956, ante el espléndido tiempo, se producía una gran afluencia de público a estas fiestas, amenizadas por una conocida orquesta gallega. Sin embargo las cosas no sucedieron del mismo modo al año siguiente. Estas fiestas, tan populares entonces, no se celebraron y ello daba lugar a una fuerte e indignada protesta en el Faro de Tapia, por parte de su corresponsal. Entre otras cosas decía: El pasado día 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, el pueblo de Campos fue objeto - y me da mucha pena tener que decirlo - de fuertes reproches y otras cosas similares, por haberse cruzado de brazos y consentir que la fiesta grande brillase por su ausencia. ¿Hay alguna razón que justifique el por qué no se ha hecho la fiesta? ¿No es de toda la vida? ¿No es la Inmaculada Concepción la Patrona de nuestro pueblo? ¿Por qué esta indiferencia, esta absurda postura?... Hay que hacer la fiesta sea como sea y a medida de nuestras posibilidades...la comisión debe ser nombrada con tiempo suficiente para que pueda actuar sin apuros, no con esa precipitación de años anteriores. Una vez que se sepa el dinero de que se dispone, es entonces cuando se da comienzo a los contratos y a la confección del programa. Si el presupuesto no da para más que para una misa solemne, un acordeón y una docena de voladores, se hace esto y asunto concluido, pero por lo menos nos queda la satisfacción de haber honrado a nuestra celestial Patrona lo mejor que hemos podido.


También solían publicarse algunas noticias de sociedad, tales como las de enero de 1957, en las que se informaba de la salida a Madrid, para pasar las fiestas navideñas, del popular sastre de Porcía, Servando Méndez, a Barros (La Felguera) de doña Covadonga Fernández, así como la llegada a la villa, procedente de Madrid donde prestaba el servicio militar, con unos días de permisdo, de César Entrerriós.





Una noticia atípica, saltaba en   mayo de 1956 a las páginas de El Faro: Ha llegado el americano de Xico. Procedente de Buenos Aires ha llegado a Campos, después de 24 años al otro lado del Atlántico y con el fin de pasar una larga temporada con sus padres y hermanos, Francisco Fernández Fernández, acompañado de su encantadora y simpática hija, Mabel. Deseamos muy sinceramente que el tiempo que permanezca en el pueblín lo pase muy feliz. 

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