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CAPÍTULO IX

DE VEGADEO A NAVIA: DE LAS CRÓNICAS DE EL FARO DE TAPIA


El Faro de Tapia nació como un periódico con vocación de cubrir las noticias de todo el Occidente de Asturias. Esto se ponía ya de manifiesto en el número 1, cuando en su primera plana y bajo el título de Lector: esto es lo que pretendemos, se señalaba, entre otras cosas que “… Queremos también realizar este servicio como portavoz del Centro de Iniciativas y Turismo de Tapia y queremos, también, que no se encoja en los límites del término municipal, sino que esté dedicado, referido, hecho todo él, en definitiva,  en todo el Occidente de Asturias, desde los Oscos a Villalón y desde Luarca a Vegadeo. Entiéndase por esto, que nuestro propósito es fundamentalmente estrechar lazos, evitar la disyunción entre los pueblos hermanos de esta zona de Asturias, sin los viejos y pueblerinos resabios de otrora…”

Para lograr esta finalidad, que El Faro de Tapia  cumplió escrupulosamente a lo largo de sus tres años de existencia, publicaba crónicas de la mayor parte de las poblaciones del Occidente Astur. Bien a través de cronistas fijos o por aportaciones informativas de los vecinos de aquellos, por lo que cada número contaba con noticias de esas poblaciones. Unas con más frecuencia y extensión que otras. Pero eso dependía del cronista de turno. También, estaba detrás de estas noticias muy localizadas, el deseo de informar a los suscriptores del periódico que residían en los diversos países de América, cuna de una extensa emigración de familias del Occidente de Asturias. Estos suscriptores acogían con entusiasmo cualquier noticia, por pequeña y sencilla que fuese, del lugar que les había visto nacer a ellos o a sus padres.

La mayor extensión y frecuencia de las crónicas se las llevaban Mántaras, Salave, Barres, Castropol y Vegadeo. Pero las demás poblaciones saltaban con frecuencia, igualmente, a las páginas de El Faro con cualquier motivo. Y estos motivos, los de las crónicas eran muy simples, recogían la tranquila vida de Tapia y las demás poblaciones del Occidente de Asturias, el día a día que diríamos hoy. Y esos acontecimientos eran sencillos: pequeños sucesos locales, problemas de sus habitantes, noticias de nacimientos, decesos, bodas y bautizos, tránsito de viajeros que llegaban y se iban, noticias sobre estudios de hijos de los vecinos del lugar, noticias del mundo de la pesca, eventos deportivos y, sobre todo, las fiestas patronales y de los diversos santos que regaban, especialmente en los veranos, la geografía de la zona. Las fiestas con información de los actos que se iban a celebrar o ya se habían  celebrado eran centro de muchas crónicas de esos tres años de El Faro de Tapia.

A continuación, hemos entresacado de los diversos números de esa publicación tapiega, una serie de noticias publicadas entre 1956 y 1958 y referidas a muchas de las localidades del Occidente de Asturias. No están todas las noticias ni todas las poblaciones. En aras a no extender este libro más de lo aconsejable y de no cansar con este tipo de noticias publicadas, hemos simplificado bastante esta enumeración. Se ha procurado citar algunas cosas de la mayor parte de los pueblos a los que aludían las crónicas de El Faro de Tapia.  Y se ha hecho trasladando aquellos sucesos y vivencias que se publicaban, como hemos dicho, sacadas de la vida misma de esos años. Se observará que no aparece prácticamente nada de matiz político. Sencillamente nada de eso aparecía en el periódico, posiblemente por centrar su atención en el devenir diario de la existencia de los moradores de las poblaciones que van de Navia a Vegadeo. El cronista, en cada caso, se alegra con los éxitos y las noticias festivas de unos y otros, y se lamenta y entristece con las noticias más amargas de sus convecinos. Palpa así la vida social, de la comunidad, en ellas sin adobos ni mutilaciones. Así se publicaban y así eran aquellos días de los años cincuenta por estas tierras astures.

Hemos seguido, en lo posible, la trayectoria geográfica, la que sigue la carretera general, desde Vegadeo hasta Navia. Como ya se ha dicho reiteradamente, la ausencia de determinados sucesos que pudieron ocurrir o de la cita de nombres propios de personas que vivieron en esos años, se debe a que no aparecieron en las páginas de  El Faro  y de las que no tuvimos, en consecuencia, noticia alguna. Que nadie se sienta voluntariamente excluido es nuestro mayor deseo, a la vez que deseamos alegrar a  los lectores interesados con el recuerdo de lo que se cita.

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